martes, 6 de octubre de 2009

El Ventilador

.Odio el ruido del ventilador de mi baño. Es un carrasposo sonido que me altera los nervios, que me pone incómodo, incluso, de una forma absurda. Porque es desagradable estar en esa habitación minúscula y pálida, pintada mediocremente (y con un espejo tan grande que te puedes ver la cara y el culo al mismo tiempo), siendo enjuiciado día y noche por un zumbido tenue e irritante, una especie de mosquito electrónico que me hace fruncir el ceño y cagar con desgano.

Porque es mi lugar sacro, mi refugio, mi lugar de inspiración. Allí, en esa buhardilla adornada de cerámica, es donde me encierro a leer y a pensar, donde rayo las paredes como si buscara algo, donde abandono mi mente durante siglos ilusorios… Mientras de fondo tengo que soportar ese ruido asqueroso que me tritura los tímpanos, como una hélice giratoria que espanta el humo azul de los cigarrillos y el olor putrefacto de mis monumentales vaciadas de tripas.

Pero soy un cobarde, pues he pensado en detenerlo, he pensado en volverme bestial y romperlo con todas las ganas, en desangrar mis puños sobre él, pero no lo hago porque tengo miedo de que me pegue la electricidad... ¡Tengo miedo de que me pegue la electricidad!, tengo miedo de morir en manos de la tecnología, miedo de quedarme con los intestinos chamuscados y los pantalones abajo.
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