miércoles, 26 de septiembre de 2007

Esencia


Ya no puedes disimular, todos se han dado cuenta de que posees lo profundo del océano dentro de tus ojos, que sobre tu frente aterciopelada relucen manchas de sangre ajena y que el eco de tu voz son violines que suenan bajo una arena llena de vidrios que cortan la piel de quienes caminan sobre ella. Todos saben que antes, cuando eramos inocentes, nos reíamos juntos y no me golpeabas con balas de cañón... Ahora solo puedo remacharte aquellas sonrisas ya olvidadas.

Y aunque tu cama esta cubierta por estrellas de libertad y un columpio sea el trono desde donde enseñes a los animales a ser menos humanos, aunque contigo no hay penumbra y todos ven lo que quieren ver, me hiciste... ¡Me obligaste! a ensuciar mis manos con tal de que la humanidad se entere de que deberá morir para que seamos felices.

Tu sabes que eres más que alguien que me hace hervir la sangre, eres un alma libre de miedo, que abre sus labios solo para dejar entrar unos 'tic-tac' de noviembre, eres quien destrozó mi autoestima y mis ganas de ser una persona de bien... Pero aún asi no puedo parar, no puedo olvidar, no puedo... Ni quiero. Desde lo lejos solo me atrevo a mirarte, y ¿Cómo no te voy a mirar?, si tu aura es fuego puro que quema mi soledad.

Pero me has arañado los intestinos con los cristales del tiempo, jugaste con la psicodelia de mi ya perturbada mente, masticaste mis venas con tus dientes sedientos de muerte, te robaste los colores de la primavera y los guardaste en una cajita que luego rompiste ante mis ojos. Ahora detesto al viento que me trae tu perfume, al viento suave y delicado que me recuerda tus manos.

Y en noches como esta, siento que solo soy una sombra que descansa sobre cuatro paredes sin ventanas, me emborracho y pienso en dormir contigo, en no despertar igual a como me acosté. Porque al fin y al cabo así me dejaste, hundido en la mierda, huyendo de mi propio orgullo herido...

Con poco dinero y unas tijeras me alejo por aquel tunel, mientras tus explicaciones me persiguen hasta tomarme por los hombros, abofetearme y hacer que me arrodille para sentir pena de mi propia pena, para sentirme enfermo de mi enfermedad, para asquiarme de todo lo que pudriste dentro de mi.

Ahora solo te pido una cosa, "¡Dame valor y llévate la nieve, guardate tus cariños que ya no me quiero levantar!". Pero desde acá, desde lo profundo de mi abismo, te ruego de rodillas el que al menos no me dejes ser menos que mi reputación, de lo que no he sido... O mejor dicho, de lo que he pretendido ser.

- No.

Está bien, ganaste, lo lograste, te quedaste con todo lo que servía de mi y me dejaste solo con mi esencia... Pero no contenta con eso, me humillaste escupiendo sal y clavando limón en mis heridas, para luego beber gota a gota mi sangre, como si fuera solamente un tequila barato.


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